25/8/09

La leyenda del caballo errante

Que no defiendo lo que aquí expongo proclamo, pero pardiez alguna vez lo he usado. Orgulloso como el que marca un tanto con el antebrazo, con el alivio de no ser único culpable de tal pícara fatalidad. Y es que a árbitro ciego, todo son pulgas, y servidor no es que sea un desdeñado impasible, sino que bastante tiene uno con las ostias que se va a tener que dar con San Pedro para entrar en el cielo como para cargar con los pecados de otros.

Y es aquí donde enlaza la premisa expiatoria base de nuestra defensa: la responsabilidad no es nuestra más allá de la posible existencia de amistad con el afectado, que de ser así, bien nos valdría una merecida y severa amonestación. Y es que, queridos Juniors, cuando tienes el portero comprado, preocúpate de tí mismo que bastante tienes, y que se encargue del resto el que trincó el maletín.

Muchos piensan que una chica con pareja es totalmente inaccesible, que está fuera del mercado de fichajes y eso es totalmente falso. Las parejas, sobre todo las de cierta veteranía, tienen grietas, y tendremos que ser nosotros los que las encontremos, no tanto para agrandearlas y hundir el barco como sí para colarnos a saco en él. Que somos conquistadores, no genocidas, y nos gusta dar amor, no destrozar familias.

Generalmente, la mayor amenaza en una relación es la monotonía, el aburrimiento y la falta de ilusiones, por tanto, en algunos casos, nuestra propuesta de novedad, diversión y desenfado puede llevarnos al éxito.

Aunque la yegua tenga semental de raza y elegante
nunca deja de admirar el descaro del caballo errante.


Y es que, jóvenes dianas de Cupido, mostrarnos como quienes pueden ofrecer una alternativa a la aburrida vida de establo, con desenfado, descaro, picardía, locura, naturalidad e irresponsabilidad, pero siempre demostrando discreción, puede llevarnos a ser protagonistas de una divertida aventura amorosa. Eso sí, mucho ojo porque son numerosos los casos en los que la chica en cuestión sólo quiere regalarse el oído y aumentar la autoestima perdida por una vida de pareja insatisfactoria, o peor aún, provocar celos, y os podéis ver metidos en un partido con varias prórrogas, muchas lesiones y sin ni siquiera haber tenido opción de lanzar a puerta y conseguir el ansiado gol de oro.

Así que vosotros, Juniors, que pasáis ya al lado oscuro, soltáos las crines y a galopar, que quien no quiera que se le escape la yeguada del establo, que se preocupe de tener bien precintadas sus cercas.





1 comentarios:

Anónimo dijo...

Como decía mi abuelo:

"El que tenga gallinas, que las guarde, que yo voy a soltar al gallo."

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