21/9/09

La insaciabilidad del Langosta

Que bien es sabido que la felicidad no está sino en la antesala de la felicidad (maestro Punset dixit. Apuesto que Launcher de pura cepa que a más de una Nobel le ha mostrado su teoría de las supercuerdas), y que no hay mayor placer en una jugada de ataque que ver caer exhaustos, cadera dislocada, a los defensas, dejando cada vez más despejada la red de la portería.

El problema viene cuando el delantero, eclipsado por este subidón de adrenalina que supone la conquista, nunca siente el buche lleno y a pesar de tener un hat trick entre botas y buen trozo de pan en la boca, tiende a echar mano a la panera. De esta manera, nuestro Lovster -para los de la LOGSE, un ingenioso juego de palabras entre Lobster (langosta) y Love del que vuestro Entrenador está harto orgulloso- devora la cosecha hasta dejarla seca y, tras esto, salta a un nuevo cultivo.

Ahí viene el que a todas se tira.
¡Ay, pobre del langosta
que su senda es dura y angosta
porque acaba perdiendo las miras!




"Ni dura ni ostias, maldita sea la puta que parió a este Gongorilla" que diría Quevedo o cualquiera de ustedes al oír este cuarto. Bueno, no se me enfaden, aclaremos.

Si bien es cierto que no es trauma picar en cada flor, tener atestado de marcas tu fusil o ser pichichi en tres jornadas, también lo es que, en ocasiones, esta insatisfacción crónica puede ser difícil de llevar en los momentos de lucidez de nuestro Gaius Baltar (los pocos que hay entre polvo y polvo), al darse cuenta que esta actitud o estado le está impidiendo asentarse con alguna persona que pueda realmente merecer la pena. Persona a la que con el tiempo echará de menos y por la que acabará lamentándose. Lamentándose por haberla dejado pasar o no haberle dedicado el tiempo que dedicaba a afilar su sable de uno en otro afilador. Lamentándose.

16/9/09

Fin de pretemporada y reflexiones

Queridos drugos del amor, con esta entrada quiero dar por finalizada la pretemporada de liga. Durante la misma vuestro Entrenador no ha querido haceros máquinas de meter, sino despertar vuestras consciencias, avivar ese sentido común obtuso por el polen de adormidera que es el amor e inculcaros una mentalidad positiva ganadora al estilo "Yes we can".


Gracias al notable apoyo recibido, a la satisfacción de poder observar cómo entendéis mi forma irónica y ácida de entender el amor e incluso ser testigo de cómo seguidores y amigos acaban usando símiles futbolísticos para comentar los fines de semana u opinar sobre un tema, me veo con ganas y fuerzas de, tras este episodio piloto, comenzar la nueva temporada, en la que prometo seguir destripando las relaciones personales y, si cabe, tocar temas mucho más peliagudos (y por tanto divertidos): celos, infidelidades, poligamia, sexo... Tan comunes que más de uno puede darse por aludido. A éstos les dedico los últimos versos de la pretemporada:


Que esta bitácora sobre nadie versa
que quien se vea reflejado protagonista
se confunde, miente, engaña y tergiversa
al pensar que de vuestros pecados paso lista.


Que es normal, queridos lectores, que al ser tan pecadores o víctimas como yo mismo (infieles, errantes, cornudos, promíscuos, ignorantes) en más de una ocasión, como el borracho de una fiesta, acabéis diciendo "esta canción trata sobre mí". Pues equivocados estáis, que esto no va sobre la vida de mis allegados y mucho menos de la vida de la persona que hay tras el Entrenador que os habla.


Pues bien, una vez aclarado esto espero seguir contando con vuestra presencia en la Primera Temporada, en la que vuestro entrenador favorito marcha a dirigir al Forest en la Premier League inglesa. No os preocupéis, en cuanto se asiente en su efímero nuevo hogar, vuestro Entrenador volverá a hacerse cargo del banquillo del Loverpoolers.
Paz y amor. Sobre todo amor.

6/9/09

¿Echamos un rondo?


En la lección de hoy, espadachines de toledana cavernosa, vamos a alejarnos del noble (y en ocasiones sucio) arte del cortejo para rendir un pequeño homenaje a la amistad. Porque no hay sentimiento más puro ni gesto más bello muestra de ella que compartir las cosas buenas de la vida. Por supuesto, en lo alto del pódium de las delicias de este mundo están las mujeres, y nosotros, como buenos amigos, en muchas ocasiones, las compartimos, más o menos voluntariamente. Aunque generalmente más menos que más, Santo Tomás.

Y es que hay veces en las que, como en un rondo, el balón circula de uno a otro jugador, casi sin detenerse, al toque y con una armonía y gracilidad de hada de cuentos. Y a fe que no sólo se dan estos casos con chicas promiscuas de las difíciles de enlazar, sino que también sucede con las otras, las de relaciones largas, las de presentar a los padres, llevar a bodas e insinuarte repetidamente lo que les placería compartir techumbre. La única diferencia está en el tiempo, porque tanto unas como otras acaban cepillándose el rosco de Pasapalabra con pocos o ningún fallo.




Pobres los que sufran de celos
pues en un rondo se da al toque.
Que hasta el primo mete el estoque
y el celoso se tira de los pelos


Si tienes el balón en tus pies, hazte a la idea de que el balón volverá a circular. ¿Ves a tu compañero de enfrente? Pues quizá sea el próximo, quién sabe.

Y si no, tranquilo y ojo al juego, que aunque todavía no hayas tocado bola (o bolas, más bien) te llegará el esférico. Manido, pero te llegará.


Anejo:
Que bien es sabido que pasáis a diario decenas de lectores por esta casa del amor, echad un comentario u opinión, que serán bien recibidos.

1/9/09

Los riesgos de ser errante (o la triste vida del amante)

Ya os habló vuestro sufrido Entrenador un par de entregas ago sobre las relaciones con jugadoras atadas con claúsulas de rescisión y la relativa facilidad de conseguir echar unos buenos tiritos si sabemos cómo y en qué momento mostrarnos.

Si bien es cierto que la pasión y entrega con la que seremos recibidos una vez hayamos destapado el bote de mermelada, que con ansia podremos comer a cucharadas, será de gran magnitud, también lo es que si como errante entramos, errante nos quedamos y difícil será salir de este estatus. Somos y, con toda probabilidad, seremos la aventura que sacó a la yegua de su monótona vida de establo y pocas opciones tendremos de avanzar a otra casilla del tablero.

Tras varios encuentros, la pasión, entrega e ilusión, se tornará en inseguridad y desconfianza y, sobretodo, en añoranza de los buenos tiempos vividos con su pareja. Ya le hemos aportado el chute de autoestima que necesitaba, ya no somos su juguete nuevo, no necesita correr más riesgos de los necesarios y ya puede aguantar unos meses más en su intento de arreglar su corrompida relación y hacerla volver ser lo que fue.

A partir de aquí, aunque nuestras intenciones no sean más que las del que se las quiere jugar al as de espadas y ser matarife de los de callejón, zaguán y taberna, seremos tratados con dejadez y desprecio, y poco serán reconocidos el cariño y atención prestados.

Y es que, jóvenes artilleros de la portería ventricular, la vida del errante es dura y hay que estar preparado mentalmente a que somos lo que estamos ofreciendo, y como tal nos tratarán. Aprovechad los primeros instantes de lujuria desmedida y recoged tropas al primer atisbo de desdén. Si mal sienta recibir calabazas, peor si éstas han sido tras haber dedicado tiempo, esfuerzo y cariño. Porque señores, un Loverpooler es un caballero y trata con dulzura y amor a cada uno de los seres del planeta, aunque sólo sean carne efímera en nuestra parrilla.

Mucho ojo porque todo esto es válido también para aquéllas chicas que acaban de salir de una larga relación. Ya sabéis a cuáles me refiero. Sí, sí, a esas que no pueden evitar hacer referencias a su novio ("digo novio porque ex me suena mal", que dicen ellas) cada dos por tres. Y es que, si os topáis con una de esas, la cosa no va a ser muy diferente, e igualmente os encontraréis con una fase de pasión ilimitada seguida por un bache de indiferencia. Es tan desconcertante el brusco cambio que se puede dar, que nos hará plantearnos seriamente en qué nos hemos equivocado (cuando realmente no hemos cambiado nada en nuestra actitud), para perjuicio de nuestra integridad y equilibrio mental.

Pero ante esto nos os preocupéis, mantened la cabeza fría pero disfrutad a tope del momento hasta que lleguen las complicaciones. Una vez lleguen, quizá lo más razonable sea abandonar el partido (pasar de ella, hablando en plata. Que si quiere algo, que lo busque.), cuidar de no lesionar nuestros jugadores y estar a la espera (más bien a la búsqueda) de un nuevo rival, volver a calzarse las botas ¡y a luchar!