25/10/09

Bet&Lose


Seguro que más de uno de ustedes conoce a alguien cercano que, tras conocer a una chica o empezar una relación con ella, dedica gran parte de su tiempo y esfuerzo (en casos extremos todo) a tejer la trama de esta historia amorosa, dejando de lado, parcial o totalmente, otras actividades que solía realizar.

Ya no sólo comete el fatal error de no practicar multitargeting, convirtiéndose así en el peor tipo de broker, el que juega su inversión a un sólo valor, sino que este cambio radical (o patada brusca) en su escala de prioridades le puede llevar incluso a su propio suicidio social.

El Bet&Looser no sabe compaginar su vida social con su relación de pareja, dejando que ésta impere y eclipse al resto de cosas y abandonando sus hobbies, costumbres y amistades. El Bet&Looser olvida que la socialización es un pilar básico de nuestra felicidad y que quizá en los primeros tiempos de florecillas y mariposas una relación puede hacerte sentir pleno, sin necesidad de nada ni nadie más, pero más tarde, inevitablemente en gente que se aísla en su burbuja pastel, se acaba necesitando del mundo exterior para ser feliz.
Porque, si siempre estamos con la misma persona, ¿de qué hablamos? ¿Qué le contamos?

Si es sabido que Willy Fog
era y es el mejor apostador,
es porque se zumbó a Romi
y mantuvo a Tico y a Rigodón.


Y es que, caracoleros del área contraria, debéis grabaros a fuego en la cabeza que a la vida social hay que dedicarle esfuerzo, empeño y voluntad como si de un trabajo se tratara. Los amigos no están para siempre, no si no les has dedicado el tiempo suficiente, y el peor castigo que puede recibir un Bet&Looser no es siquiera que sus amigos, tras meses de desaparición, le den la espalda, si no que ellos mismos se den cuenta que ya no encajan, que no tienen confianza con ellos ni temas de conversación, que ni siquiera sepan que fulanito rompió con su novia, o que menganito se ha ido a trabajar a otra ciudad. Que se den cuenta, siempre tarde, normalmente cuando han roto su idílica relación, que apostaron todo a un número que ni siquiera estaba en la ruleta, que han perdido todo y han dejado de vivir muchas experiencias personales que hubieran sido únicas e inolvidables.

Juniors, hay tiempo para todo, aprovechadlo y vivid.

20/10/09

Makeleles (o perros parcela)

Cuán sufrida es la derrota, amigos del corazón ajeno y anejo, cuando, a pesar de tener cualidades suficientes para realizar buen juego ofensivo, nos encontramos con un rival tosco que no busca la victoria sino dejar pasar los minutos y abortar, una y otra vez, nuestras jugadas de ataque. Lances prematuramente abortados a medio campo con poco decoro y muy mala sangre. Amigas (en esta ocasión nos centraremos en ellas, dejando la sequedad de nuestros targets para más adelante en: El Catenaccio), que, como porteros de discoteca, cortan el camino a puerta, evitando así que la pista de baile se funda al ritmo que marcan nuestras caderas.

Nos referimos a un elemento de la noche harto conocido (y conocido es que estamos hartos de tales elementos) como es la amiga que no liga o, para nosotros a partir de ahora, las Makeleles o perros parcela. Su única labor: entorpecer nuestro juego. Sus métodos, variados pero simples. Ya puede estar su amiga (nuestro target) con buena disposición hacia nosotros y estar nosotros realizando el partido de nuestra vida, que si Makelele decide entrometerse, acabaremos en casa sólos dando pataditas. El marcaje al cuerpo (no dejarte ni un rato a solas con la amiga), un puñado de frases simplonas ("Estoy cansada, vámonos a casa"), el chantaje emocional, tirones del brazo y una cara que llega hasta el suelo le bastan al perro parcela para machacar el partido que te hubiera dado el balón de oro. Y aquí enlaza nuestro verso:

Guau guauguau
gua guaguau
guau gua gua guau guau.


Y es que, hasta que el perro no encuentre un hueso que roer y rebañar, no nos dejará la puerta accesible, cosa que, en estas personas de baja autoestima y belleza, es difícil de lograr, y a nosotros, por consiguiente, nos será difícil seguir con nuestro plan de conquista.

La solución: o bien encontramos al escudero que nos haga la cobertura, seduciendo al Makelele, o intentamos buscar para otro día una cita a solas con nuestra chica, desplegando en ella todo nuestro arsenal.

Ánimo lovers.


18/10/09

Para ti que eres celoso

Esto va dedicado a ti, imbécil.

A ti, que gustas de interrogar deslumbrando con tu flexo e intentando impedir que esos ojos glaucos puedan ver más allá del destello de la incandescente o de la oscura sombra que proyectas.

A ti, que te gusta rastrear, interceptar y controlar cualquier vía de comunicación entre tu pareja y el mundo exterior.

A ti, descuidero del celular, descifrador del santo y seña, amo del calabozo social.

Que son armas del débil la intimidación, el grito, el llanto, el miedo, la prohibición, la cohibición y el chantaje emocional. Armas que usas, pusilánime, para anular a la persona que dices amar. No hables, no mires, no escuches, no toques, rezan tus emblemas.

No mereces siquiera la lástima que se tiene por un perro moribundo. Que no hay mayor delito que dañar en nombre del amor, así que maldita sea tu sangre y tu estampa y así que por mí acabes colgando de una farola bien alta.

¿Actúas así por miedo? Tenlo. Tenlo porque voy a ir con mis hordas de errantes a asediar y sitiar tu castillo. Y no como habitualmente por el placer de la conquista en sí, sino, como en las novelas de caballería, para rescatar a la princesa que tienes encerrada en tu torreón. No pararemos hasta que consigamos sacar cada una de las sonrisas que ella perdió por tu culpa, hasta que consigamos que vea lo poco que la mereces y escupa sobre tu rostro como lo hacemos ahora nosotros. Hasta que vea que el amor está en la confianza y la libertad y que no necesita dar ni una mísera explicación de ningún paso que dé. Hasta que vea que se puede ser feliz y que no son necesarias las excusas, las justificaciones y los perdones. Hasta que no vea que lo único importante es ella misma y que se merece lo mejor.




13/10/09

Instinto maternal


Que no os hablo en esta ocasión acerca del deseo de nuestras relativas de tener retoños. Ni mucho menos, por supuesto, de las ganas que podamos tener de ser padres (para empezar, ya estaría cometiendo un grave error de género en el título de la entrada). Porque a nosotros, no nos engañemos, lo que más nos gusta de los niños es el proceso de crearlos. Única actividad que repetimos una y otra vez sin venirnos abajo por no tener éxito. Así que, dejando de lado la formación de nuestra cantera de benjamines, esta vez me quiero dirigir a vosotros, la generación del naranjito, del botellón y de la MegaDrive, para remarcaros un hecho que lleváis notando, créeis que en soledad, desde hace relativamente poco tiempo.

Y es que, ratoneros del área femenina, a los que rondamos el cuarto de siglo nos empiezan a gustar las madres. Que una chica (o mujer) vaya paseando con un carricoche dejó, tiempo ha, de ser escollo en nuestro desmarque hacia la portería contraria y se convirtió, perversas mentes las nuestras, casi en un aliciente: "ésta es de las que no toma precauciones".

Pero no sólo eso, sino que también relajamos la edad por abajo, y del clásico intervalo ±2, pasamos a un no despreciable ±5 (con límites y fronteras difusos y salvables), con lo que chutaríamos, si por nosotros fuera, a la puerta de una década entera, que se dice pronto. Que lo mismo disfrutan nuestros vidrios pasando por un campus universitario que por la puerta de una guardería (señores de la Guardia Civil, seguimos hablando de las madres).

Que con nuestra edad no es extraño
que ya ni siquiera preguntemos los años.


Porque en plena madurez ya no importan ocho que ochenta (desafortunada expresión tratando el tema que estamos tratando, sí señor). Quizá estemos en la edad que más probabilidades tengamos de conseguir el balón de oro, así que, cálcense las botas caballeros y ¡al ataque!

1/10/09

Caricias proyectadas

Ya nos gustaría, Gunners del bajo vientre, contar con la valentía que otrora tenían los launchers cuando, como si tal cosa, se acercaban a la sueca de turno y sobaban las cachas de la misma sin siquiera despeinarse el flequillo (bueno, más bien la cortinilla), contando encima con la sonrisa, amabilidad y beneplácito de la áurea muchacha.


Y es que el contacto físico es una de las mejores y más sensuales formas de transmitir nuestra (sucia) información y no hay mejor pizarra táctica que el vientre de una chica para escribir con nuestro dedo nuestra jugada de ataque.

Por desgracia, la mayoría de las veces (hay ocasiones en las que el partido está tan amañado o el launcher es tan diestro con la vizcaína que sí se puede, pero son las menos) esto no se puede dar, o no es oportuno, por lo que podemos acudir al control del lenguaje gestual. Y es que, aunque éste sea en esencia involuntario, como si de la respiración se tratase, podemos forzarlo, mandando información a propósito a la diana de nuestros dardos.

En esta ocasión hablaremos de las caricias proyectadas, dejando los rayos de los ojos para más adelante. Éstas son las que se producen cuando, por ejemplo, estamos interesados en alguien e involuntariamente jugueteamos con un objeto de esa persona, por ejemplo su móvil o su copa. Este gesto o caricia no es sino una proyección sobre dicho objeto de la atracción que sentimos hacia la chica.

Pues bien, al igual que esto lo hacemos involuntariamente y de la misma forma podemos leer valiosa información cuando la otra persona se comporta de forma parecida, podemos nosotros, voluntariamente, acariciar objetos de manera que le transmitamos y reciba, de manera más o menos inconsciente, nuestro sentimiento de deseo.

¿Pensáis que no funciona? Pues hagamos la reducción al absurdo. ¿Acaso hay algo que excite más que una chica bese sensualmente tu dedo índice?

No tengo más que decir.

Paz y amor. Sobre todo amor.