Todos los aquí presentes hemos sufrido alguna vez en nuestra piel la lesión de la peor entrada que puede recibir un Loverpooler en el terreno de juego del amor.
En nuestra adolescencia (y algunos mucho después de ésta), tras días, semanas o incluso meses de trabajo, hemos visto desvanecerse, cual castillo de naipes, esta (en ocasiones) obra de ingeniería de la conquista, edificada con cariño, atención y, sobre todo, paciencia, paciencia infinita. Todo por un único fin: conseguir la mano de la dama y así marcar el tan añorado tanto de la victoria.
Por todo este esfuerzo, por este tiempo invertido (ojo, invertido que no perdido: un Loverpooler es ante todo un caballero.), por las horas y horas dando vueltas en la cama planificando la estrategia de partido, por la vara que le damos a nuestros amigos más cercanos, por todo lo que os entregamos, por el ridículo al que nos exponemos al llenar vuestras redes sociales de palabras bellas, y, sobre todo, porque somos buenas personas y no lo merecemos, os imploramos:
No uséis el "te quiero como amigo".
Decidnos que somos feos, que no os interesamos, que os gusta nuestro mejor amigo o que os liaríais antes con un talibán narcoléptico sifilítico adicto al crack que con nosotros, pero no nos hagáis pasar por este duro trago.
Sabemos que no lo hacéis con mala intención, que lo que queréis es suavizar el impacto de la negativa pero, de verdad, no os preocupéis, no sois ni las primeras ni seréis las últimas, ¡ estamos ya muy acostumbrados!
Desde aquí, los Loverpoolers hacemos un llamamiento a todas las féminas del mundo para que no utilicen la citada fórmula (que a partir de ahora denominaremos "La impronunciable") o similares ("no es el momento", "dame un tiempo, que quizá más adelante...", "no quiero hacerte daño, que eres un diamante en bruto", etc) y que, en cambio, entiendan la humillación se supone ésta y que usen otras de las propuestas o la mejor, más directa y más humana: la sinceridad.
En nuestra adolescencia (y algunos mucho después de ésta), tras días, semanas o incluso meses de trabajo, hemos visto desvanecerse, cual castillo de naipes, esta (en ocasiones) obra de ingeniería de la conquista, edificada con cariño, atención y, sobre todo, paciencia, paciencia infinita. Todo por un único fin: conseguir la mano de la dama y así marcar el tan añorado tanto de la victoria.
Por todo este esfuerzo, por este tiempo invertido (ojo, invertido que no perdido: un Loverpooler es ante todo un caballero.), por las horas y horas dando vueltas en la cama planificando la estrategia de partido, por la vara que le damos a nuestros amigos más cercanos, por todo lo que os entregamos, por el ridículo al que nos exponemos al llenar vuestras redes sociales de palabras bellas, y, sobre todo, porque somos buenas personas y no lo merecemos, os imploramos:
No uséis el "te quiero como amigo".
Decidnos que somos feos, que no os interesamos, que os gusta nuestro mejor amigo o que os liaríais antes con un talibán narcoléptico sifilítico adicto al crack que con nosotros, pero no nos hagáis pasar por este duro trago.
Sabemos que no lo hacéis con mala intención, que lo que queréis es suavizar el impacto de la negativa pero, de verdad, no os preocupéis, no sois ni las primeras ni seréis las últimas, ¡ estamos ya muy acostumbrados!
Desde aquí, los Loverpoolers hacemos un llamamiento a todas las féminas del mundo para que no utilicen la citada fórmula (que a partir de ahora denominaremos "La impronunciable") o similares ("no es el momento", "dame un tiempo, que quizá más adelante...", "no quiero hacerte daño, que eres un diamante en bruto", etc) y que, en cambio, entiendan la humillación se supone ésta y que usen otras de las propuestas o la mejor, más directa y más humana: la sinceridad.