13/9/10

Biblioflirting

Que siempre os tuvo en su cabeza, jóvenes juniors. Que siempre os tuvo.

Que vuestro Entrenador, que os cuida y os guía y os protege de las malvadas garras del celibato, siempre está pensando que en qué correrías estaréis envueltos vosotros, sus pupilos, si sus enseñanzas habrán calado hondo y, sobre todo, en cuántas, sables inquietos, habréis hincado el diente.

Pero es que en ocasiones la paloma debe dedicarse a otras tareas y deja, a su destino, a sus pichones para que emprendan su primer vuelo en solitario. Presumiblemente lleno de descalabros, claro está. Pero aquí vuelve para retomar las enseñanzas y consejos que, gustosamente y sólo alimentado por algún que otro agradecimiento, os ofrece.

Que somos campeones del mundo y no hay mejor forma de celebrarlo que levantando victoriosos la copa (la del sostén). Y esta época, la de exámenes, nos brinda un nuevo entorno en la que desenvainar nuestros hierros. Y es que, pequeños pitágoras amantes del seno al cuadrado, la biblioteca, con sus silencios, susurros, olor de subrayadores y leves chasquidos de folios pasar, es un locus ideal para el noble y viejo arte del cortejo desde tiempos gloriosos de Alejandría.l

Y es que la agonía y el aburrimiento en los que nos tienen sumergidos nuestros apuntes es el mejor factor para iniciar una nueva amistad. La gente está aburrida y agradece cualquier distracción por pequeña que sea. No hay más que ver la facilidad con la que sale alguna risilla en cuanto a alguien le suena el móvil y cualquier excusa es buena para distraerse de la tarea principal.

Por tanto, un launcher de notable categoría, encontrará muchas oportunidades para acercarse a una dama. Incluso los más tímidos, con la familiaridad que da una biblioteca tras varias semanas yendo asiduamente al mismo sitio - mismas caras, mismos horarios-, se atreverán a dar el pasito necesario. Basta con entablar cualquier pequeña conversación en la sala para luego poder continuarla en los descansos o salida, y repetir los días posteriores.

Incluso se conocen casos que, aprovechando este ambiente de tontuna general, se atreven con los trucos más infantiles: notitas de papel, post-it, mensajitos por bluetooth. Y funcionan.

Así que ya sabéis, rapaces de exaltada libido, mirad a la morena de enfrente, soltadle una sonrisilla y proponedle tomar un café en el descanso.

Ya me contaréis.


11/4/10

Alta infidelidad: ¿con quién sí y con quién no?

Que gustais, golfos infieles de la noche y/o potenciales astadores, de leer lo que vuestro Entrenador, que os quiere, os aconseja para echar esa canita al aire que tanto deseais en el rincón más profundo y oscuro de vuestro ser.

Que gustais, voto a tal, porque lo dicen los números, que nunca mienten - esos a los que puede acceder el administrador de la bitácora-, empero, por vergüenza o pudor, os alejáis de la ventana de comentarios. Y a vuestro Entrenador, que como un padre quiere lo mejor para sus niños, se le da un ardite y, a pesar de esto, continúa con la labor de instrucción y adiestramiento de esta nuestra cantera del Loverpoolers. Y como los números hablan y dicen que lo que más os gusta es el rollo vikingo, aquí os traigo, pues, la nueva entrega de nuestro manual de infidelidad.

Vimos, en anteriores entregas, en qué estadios debemos tener nuestros encuentros, qué debíamos tener en cuenta antes de meternos en el meollo, cuál era la clave más importante a considerar y cómo actuar en la jornada en cuestión. Los Juniors más avispados, éstos que pronto pegan el salto del Racing al Madrid, ya divisan - o quizá lo han leído en el título- que vamos a hablar ahora de la chica con la que vamos a engañar a nuestras pobres señoras.

Debemos elegir a una dama discreta, de confianza y, sobre todo, estable emocionalmente hablando. Cuando jugamos un partidito de esta calaña debe estar untado desde el árbitro hasta el último de los recoge-pelotas. No podemos dejar ni un fleco suelto y, por esto, es de vital importancia poder confiar en la que va a vestir - mejor dicho, desvestir- la elástica de nuestro equipo.

- Entrenador, ¿nos está usted diciendo, entonces, que la chica debe saber que está formando parte de una infidelidad?

Exacto, joven canterano. Es fundamental que la chica sepa dónde está y dónde se está metiendo (o qué se está metiendo, más bien). ¿Habrá muchas, que al saberlo, rechazarán nuestra oferta? La mayoría, de primeras, nos rechazará, pero, en realidad, y dependiendo de la destreza del launcher, al final sólo a unas pocas esto les supondrá un problema. Apuntad, niños, locución clave: "tú no estás haciendo nada malo. El que lo está haciendo, en todo caso, soy yo. Es mi problema y ya veré lo que hago. Si me arriesgo, es porque creo que merece la pena pasar una noche contigo".

Ojo señores. Nunca, nunca, nunca, nunca, se os ocurra mentir o prometer lo que no tenéis intención de ofrecer. Desde el momento en el que somos infieles, esta chica nos tiene cogidos por los yarblocos (LI-TE-RAL), así que más vale tenerla contenta para no tener ningún numerito difícil de arreglar.

Bueno, y si ella se encuentra en nuestra misma situación -y puede perder tanto como nosotros si nuestros movimientos salen a la luz- mejor que mejor...

4/4/10

Alta Infidelidad: el lugar indicado

Que debemos ser conscientes de lo que somos, en qué nos estamos convirtiendo y, por tanto, ser cautelosos y parcos en cuanto a lo que del pavoneo se refiere. Que muchos se las dan de hidalgos cuando no son más que hideputas. Que el peor enemigo que se puede encontrar quien gusta de dar machetazos por rincones y zaguanes oscuros es su propia musculosa. Me refiero, claro está, a la lengua propia de uno que, remojada en el zumo de nuestras viñas, puede llevarnos a hablar más de la cuenta entre camaradas de parranda.



Y es que, infieles míos, lo que nos pierde la mayoría de las veces es la bravuconería. Vacilamos y nos pillan. Y entonces, todo son sollozos, peseatales, excusas y mentiras. Zap. Cortados en lonchas como mortadela lombarda o partiéndonos el lomo durante meses en galeras para conseguir el perdón de nuestra Reina.



Una vez más, discreción. Por eso es de suma importancia la elección del lugar donde soltemos nuestros envites y resolvamos nuestros lances. Debemos rehuir lugares que frecuentemos nosotros o nuestros amigos pero que a su vez tengamos controlados, sepamos qué ambiente hay y quién se puede mover o no por allí. No está de más - ya dijimos que la infidelidad no era fácil, debe ser estudiada con detenimiento, como si para una oposición nos preparásemos - que, de vez en cuando, cuando quedemos para echar un café con un antiguo amigo, nos pasemos por estos bares poco habituales para echar un vistazo y anotarlo en nuestro particular mapa del engaño. Buscaremos, pues, pubs con no demasiada gente, música tranquila -debemos poder hablar-, poca luz y ambiente distendido y relajado.



Una vez en el bar (kneipe, que dicen por el norte) con la chica en cuestión (hablaremos de ella en otra entrega), al sentarnos, debemos buscar un sitio discreto pero desde el que controlemos el panorama, por si se presenta alguien conocido nuestro o de nuestra pobre señora y tengamos que tomar las de Villadiego, siempre intentando no levantar sospechas.