Que gustais, golfos infieles de la noche y/o potenciales astadores, de leer lo que vuestro Entrenador, que os quiere, os aconseja para echar esa canita al aire que tanto deseais en el rincón más profundo y oscuro de vuestro ser.
Que gustais, voto a tal, porque lo dicen los números, que nunca mienten - esos a los que puede acceder el administrador de la bitácora-, empero, por vergüenza o pudor, os alejáis de la ventana de comentarios. Y a vuestro Entrenador, que como un padre quiere lo mejor para sus niños, se le da un ardite y, a pesar de esto, continúa con la labor de instrucción y adiestramiento de esta nuestra cantera del Loverpoolers. Y como los números hablan y dicen que lo que más os gusta es el rollo vikingo, aquí os traigo, pues, la nueva entrega de nuestro manual de infidelidad.
Vimos, en anteriores entregas, en qué estadios debemos tener nuestros encuentros, qué debíamos tener en cuenta antes de meternos en el meollo, cuál era la clave más importante a considerar y cómo actuar en la jornada en cuestión. Los Juniors más avispados, éstos que pronto pegan el salto del Racing al Madrid, ya divisan - o quizá lo han leído en el título- que vamos a hablar ahora de la chica con la que vamos a engañar a nuestras pobres señoras.
Debemos elegir a una dama discreta, de confianza y, sobre todo, estable emocionalmente hablando. Cuando jugamos un partidito de esta calaña debe estar untado desde el árbitro hasta el último de los recoge-pelotas. No podemos dejar ni un fleco suelto y, por esto, es de vital importancia poder confiar en la que va a vestir - mejor dicho, desvestir- la elástica de nuestro equipo.
- Entrenador, ¿nos está usted diciendo, entonces, que la chica debe saber que está formando parte de una infidelidad?
Exacto, joven canterano. Es fundamental que la chica sepa dónde está y dónde se está metiendo (o qué se está metiendo, más bien). ¿Habrá muchas, que al saberlo, rechazarán nuestra oferta? La mayoría, de primeras, nos rechazará, pero, en realidad, y dependiendo de la destreza del launcher, al final sólo a unas pocas esto les supondrá un problema. Apuntad, niños, locución clave: "tú no estás haciendo nada malo. El que lo está haciendo, en todo caso, soy yo. Es mi problema y ya veré lo que hago. Si me arriesgo, es porque creo que merece la pena pasar una noche contigo".
Ojo señores. Nunca, nunca, nunca, nunca, se os ocurra mentir o prometer lo que no tenéis intención de ofrecer. Desde el momento en el que somos infieles, esta chica nos tiene cogidos por los yarblocos (LI-TE-RAL), así que más vale tenerla contenta para no tener ningún numerito difícil de arreglar.
Bueno, y si ella se encuentra en nuestra misma situación -y puede perder tanto como nosotros si nuestros movimientos salen a la luz- mejor que mejor...
Que gustais, voto a tal, porque lo dicen los números, que nunca mienten - esos a los que puede acceder el administrador de la bitácora-, empero, por vergüenza o pudor, os alejáis de la ventana de comentarios. Y a vuestro Entrenador, que como un padre quiere lo mejor para sus niños, se le da un ardite y, a pesar de esto, continúa con la labor de instrucción y adiestramiento de esta nuestra cantera del Loverpoolers. Y como los números hablan y dicen que lo que más os gusta es el rollo vikingo, aquí os traigo, pues, la nueva entrega de nuestro manual de infidelidad.
Vimos, en anteriores entregas, en qué estadios debemos tener nuestros encuentros, qué debíamos tener en cuenta antes de meternos en el meollo, cuál era la clave más importante a considerar y cómo actuar en la jornada en cuestión. Los Juniors más avispados, éstos que pronto pegan el salto del Racing al Madrid, ya divisan - o quizá lo han leído en el título- que vamos a hablar ahora de la chica con la que vamos a engañar a nuestras pobres señoras.
Debemos elegir a una dama discreta, de confianza y, sobre todo, estable emocionalmente hablando. Cuando jugamos un partidito de esta calaña debe estar untado desde el árbitro hasta el último de los recoge-pelotas. No podemos dejar ni un fleco suelto y, por esto, es de vital importancia poder confiar en la que va a vestir - mejor dicho, desvestir- la elástica de nuestro equipo.
- Entrenador, ¿nos está usted diciendo, entonces, que la chica debe saber que está formando parte de una infidelidad?
Exacto, joven canterano. Es fundamental que la chica sepa dónde está y dónde se está metiendo (o qué se está metiendo, más bien). ¿Habrá muchas, que al saberlo, rechazarán nuestra oferta? La mayoría, de primeras, nos rechazará, pero, en realidad, y dependiendo de la destreza del launcher, al final sólo a unas pocas esto les supondrá un problema. Apuntad, niños, locución clave: "tú no estás haciendo nada malo. El que lo está haciendo, en todo caso, soy yo. Es mi problema y ya veré lo que hago. Si me arriesgo, es porque creo que merece la pena pasar una noche contigo".
Ojo señores. Nunca, nunca, nunca, nunca, se os ocurra mentir o prometer lo que no tenéis intención de ofrecer. Desde el momento en el que somos infieles, esta chica nos tiene cogidos por los yarblocos (LI-TE-RAL), así que más vale tenerla contenta para no tener ningún numerito difícil de arreglar.
Bueno, y si ella se encuentra en nuestra misma situación -y puede perder tanto como nosotros si nuestros movimientos salen a la luz- mejor que mejor...
